jueves, 19 de junio de 2014

Lugares: El Alcazar de Hohenwerfen


El Castillo Hohenwerfen (en alemán se llama Burg Hohenwerfen) es otro de esos castillos que parece de cuentos, en Austria. Se yergue por encima del pueblo Werfen, en el valle Salzach, a 40 km al sur de Salzburgo.
El entorno resalta aún más la belleza de esta edificación del siglo XI, ya que está rodeado por los Alpes Berchtesgaden y queda muy cerca de la montaña Tennengebirge. La fortificación que verás es “hermana” del castillo y han sido construidos en la misma fecha.
La función con la que se contruyó Hohenwerfen, al igual que Hohensalzburg y el Castillo Petersberg, fue la de proteger la arquidiócesis de Salzburgo de las fuerzas del Rey  Henry IV. Esta fue la solución que encontraron el Papa Gregorio VII y el “anti rey” Rodolfo de Rheinfelden para repeler las amenazas externas.
Una vez que esta primera época pasó, el Castillo fue quedando a la disposición de quienes gobernaron Salzburgo, quienes lo utilizaron tanto como base militar así como un lugar donde se escapaban a pasar unos días de descanso y caza.
Durante el siglo XII y el XVI fue sometida a refacciones y fue agrandada. La última intervención en su fisonomía se debió más a una necesidad que a una cuestión estética ya que durante 1525 y 1526 la Guerra Campesina Alemana algunos granjeros y mineros rebeldes habían incendiado y dañado el castillo.
Un uso algo escabroso al que se puso al servicio a Burg Hohenwerfen fue como cárcel. Tal fin le ha impregnado una reputación algo siniestra, lo cual no es para menos principalmente cuando se piensa en que muchos quienes fueron considerados “criminales” entonces pasaron sus últimos días aquí en condiciones en todo menos humanas. Inclusive algunos personajes de la nobleza de alto rango terminaron sus días en este castillo/prisión.
Pasaron varios siglos hasta que otro inconveniente marcó el destino de esta construcción antigua. En 1931 un nuevo incendio causó daos mayores a la fortaleza y tuvo que ser sometida a una intensiva restauración, que terminó por derivar en un cambio de dueños: del Archiduque de Austria a una administración en Salzburgo. Los tiempos de guerra volvieron a convulsionar los días de toda Europa y así también Burg Hohenwerfen fue usado por la gendarmería austríaca como un campo de entrenamiento, fin para el que funcionó hasta 1987.
Esos tiempos han quedado atrás –aunque no olvidados, por supuesto- y hoy el castillo llega agrandado y renovado varios veces pero con su mismo esplendor y muchas más historias para cautivar a sus visitantes. De hecho, los turistas se internan en él para tomar tours guiados y conocer de cerca las exhibiciones de armas, el museo de cetrería y la taberna de la fortaleza.

Otra buena idea es recorrer el Castillo con las audio guías que permiten ir descubriendo las habitaciones, los museos y demás a tu propio ritmo. Eso sí, asegúrate de tener una o dos horas para recorrer todo sin sobresaltos y también darte un gusto parando para un break culinario en el ‘Burgschenke’ o más sencillamente llamado restaurant del lugar.
La tarjeta para ingresar cuesta alrededor de los once euros y con ella puedes recorrer todo el lugar y provee un paseo montaña arriba y abajo. Los platos fuertes de esta visita los encontrarás en la cámara de torturas y la torre de vigilancia. Por supuesto que no hay que menospreciar ni por un segundo las cámaras góticas más atractivas de Europa ni el Museo de las Marionetas. Para más emoción, también se da un show “multivisión” en que la iglesia románica del siglo XI, ubicada en la parte baja, cobra vida con un espectáculo de música y luces imperdible.

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